Diarrea del Viajero: actualización de las Recomendaciones de los CDC

La CDC actualiza las recomendaciones para el  manejo de la diarrea del viajero ( DV, 2018). Recuerda la elevada incidencia en viajeros internacionales, especialmente en los que se desplazan a  zonas geográficas de alto riesgo. También recuerda la eficacia  limitada del seguimiento de las recomendaciones higiénicas  preventivas, en relación al control de los alimentos y el agua.

Considera la DV como un síndrome causado por diferentes patógenos, entre los que predominan diferentes bacterias, siendo la mas frecuente la Escherichia coli enterotoxigénica.

Los síntomas, suelen aparecer de forma súbita, con dolor abdominal y diarrea, y con  menor frecuencia,  fiebre y heces con sangre (síndrome disentérico) La duración suele limitarse de  3 a 7 días y pueden causar  deshidratación. En raras ocasiones puede presentar complicaciones tardías, como síndrome de intestino irritable, artritis reactiva o síndrome  de Guillain- Barré.

No hay vacunas específicas para prevenir la diarrea del viajero. La selección de los alimentos  y las bebidas y el lavado frecuente de las manos aportan un beneficio limitado.  Por eso, se han utilizado diferentes agentes

antibióticos y no antibióticos para su prevención. El subsalicilato de bismuto (SSM)  logra reducir la incidencia un 50 % pero con frecuentes efectos secundarios. La loperamida y otros agentes que reducen la secreción y motilidad intestinal, reducen el número de deposiciones.  Los estudios con probióticos no son concluyentes y los antibióticos no se recomiendan como tratamiento preventivo en la población general.

El tratamiento de la diarrea del viajero, debe centrarse en  prevenir o tratar la deshidratación con soluciones hidrosalinas (SRO de la OMS) especialmente en niños y en adultos que presentan enfermedades crónicas.

Diversos antibióticos, solos o asociados a loperamida, han demostrado ser eficaces para tratar la diarrea del viajero reduciendo la duración y la intensidad de los síntomas. Los mas utilizados son las fluoroquinolonas, azitromicina y rifaximina, recomendándose uno u otro en función de la gravedad, lugar de destino y las características del  propio paciente y también las  contraindicaciones, los efectos secundarios y el riesgo de aparición de resistencias.

Se ha propuesto la autoadministración de antibióticos por el paciente, en caso de aparecer síntomas y algunos antibióticos son eficaces con una dosis única.

La guía concluye recomendando, en diarrea leve, el tratamiento con medidas generales (considerar loperamida y SSM) En diarrea de gravedad moderada, se puede considerar la administración de fluorquinolona, azitromicina o rifaximina, asociado o no a loperamida como adyuvante. En caso de diarrea del viajero grave se recomienda administrar preferentemente  azitromicina. La quinolonas y rifaximina, pueden utilizarse,  si no aparecen síntomas de disentería.

Probióticos y diarrea por antibióticos: estudio PLACIDE

diarrea 2El estudio PLACIDE ha sido publicado recientemente en Lancet y su objetivo es evaluar la eficacia de los probióticos para prevenir la diarrea asociada al consumo de antibióticos de amplio espectro en pacientes mayores. Es un ensayo multicéntrico, randomizado y doble ciego llevado a cabo en varios hospitales del Reino Unido y apoyado por el National Institute for Health Research.

Se reclutaron pacientes mayores de 65 años ingresados y que recibieron antibióticos (oral o parenteral) durante el estudio o la semana previa y por cualquier indicación (penicilinas 72%,  cefalosporinas 24% y quinolonas 12%). El grupo experimental recibió un preparado de varias cepas de Lactobacilli acidophilus más Bifidobacteria bifidum con 6 × 1010 organismos y una posología de una dosis diaria durante 21 días.

En el análisis final por intención de tratar se incluyeron 1470 pacientes en el grupo experimental y 1471 pacientes en el grupo control. Sólo el 53% de los pacientes tomó todas las dosis de probióticos. No se objetivaron diferencias en la aparición de diarrea asociada a antibióticos durante las 8 semanas siguientes: 159 (10,8%) casos con probióticos y  153 (10,4%) con placebo (RR: 1,04; 95% CI 0,84-1,28; p=0,71). Tampoco fueron efectivos para prevenir la diarrea por Clostridium en las 12 semanas posteriores: 12 (0,8%) pacientes en el grupo de los probióticos y 17 (1,2%) en el grupo control (RR 0,71; 95% CI 0,34-1,47; p=0,35). Ni hubo diferencias en la aparición de efectos secundarios.

diarrea 1Una revisión Cochrane en 2010 sugería que los probióticos tenían un efecto protector en la diarrea por antibióticos en niños aunque recomendaba realizar ensayos clínicos con un gran número de pacientes que permitieran confirmar la eficacia de estos preparados (especialmente con Lactobacillus rhamnosus o Saccharomyces boulardii) y permitieran solventar el riesgo de sesgo por la alta tasa de abandonos. Y en Mayo de 2013 se publicó otra revisión Cochrane de 23 estudios que mostraba una eficacia moderada de los probióticos  en prevenir la diarrea por C. difficile asociada a antibióticos en pacientes inmunocompetentes (niños y adultos).

Los autores del estudio PLACIDE señalan que su trabajo es ese gran ensayo clínico que viene a resolver los problemas que señalan las revisiones Cochrane anteriores: alto número de pacientes reclutados y en diferentes centros (la mayoría de los ensayos evaluados en la revisiones Cochrane eran de un número pequeño de pacientes y en un solo centro) y con una misma presentación y dosis de probiótico. Por otra parte, el grupo de edad seleccionado (no se incluyen niños y sólo adultos mayores de 65 años) podría explicar algunas de las divergencias en los resultados.

Probioticos, de nuevo

En una revision sistematica recientemente publicada en la librería Cochrane en la que se analizan 63 ensayos en los que se incluyen 8014 personas, fundamentalmente niños, los autores concluyen que los probióticos acortan la duración de la diarrea además de la frecuencia de la emisión de heces, si bien señalan que existe una gran variabilidad en los ensayos analizados y que es muy necesario realizar nuevas investigaciones para determinar qué probióticos deberían usarse en qué tipos especificos de pacientes, además de establecer y evaluar el coste efectividad de estos tratamientos.