El problema de las resistencias a los antibióticos es bien conocido en los países desarrollados, pero ha pasado desapercibido en gran parte del mundo en desarrollo.
Con ocasión del pasado
Día Mundial de la Salud no conviene olvidar a los
secularmente olvidados: aquellos países de escasos recursos, donde la carga de enfermedades infecciosas es mayor y la accesibilidad a los tratamientos más caros es muy limitada. Las resistencias a los antibióticos amenazan con hacer retroceder los avances logrados en las últimas décadas en el control de las enfermedades infecciosas, especialmente en las infecciones de la infancia y de los ancianos.
El reciente desarrollo de las economías emergentes ha supuesto un incremento en el uso de antibióticos. Paises como la India, China y Brasil, por ejemplo, donde la renta de los ciudadanos está aumentando, también están experimentando un mayor consumo de antibióticos. Por otra parte, y como consecuencia del desarrollo económico, la mayor demanda de carne y mariscos está impulsando el uso de antibióticos como promotores del crecimiento en animales de granja y en la acuicultura.
Según los responsables del
Global Antibiotic Resistance Partnership (GARP) 
nos encontramos en el momento adecuado para crear una mayor conciencia entre los encargados de la política nacional de la necesidad de establecer políticas específicas para controlar la resistencia a los antibióticos en todo el mundo. Promueve en esta línea toda una serie de acciones concretas de política de resistencia a los antibióticos en cuatro países de economías emergentes: la India, Kenya, Sudáfrica y Vietnam.